Que no le engañen, querer no es poder

“Lo importante es que a ti te guste”, le dice la amiga considerada a la que luce un nuevo peinado.

“Lo importante es que ya te conocen”, le dice el amigo condescendiente a quien no termina de entender por qué no han contado con él para ese puesto de tanta responsabilidad.

Resulta habitual encontrar argumentos populares que apelan a factores más ligados a la conducta a la hora de explicar el éxito profesional: fuerza de voluntad, perseverancia, inteligencia emocional, o, como decía hace poco una reconocida política, sacrificio.

Pero no se engañe, hoy, el CI, lo que viene siendo la inteligencia general, es el mejor predictor de un desempeño sobresaliente en la vida. Por término medio, la personalidad solo es capaz de explicar el 6% de lo que uno consigue de adulto, mientras que el CI supera con creces el 25% y correlaciona en 0.60 con la resolución de situaciones complejas.

Lo cierto es que, aunque suene frío, con un CI de 100, es decir, algo regulinchi, es muy poco probable que se consigan grandes logros en la vida, que se destaque sobre el resto. Todo esto siempre que la alcurnia ni esté ni se la espere.

El arrojo, la determinación o la tenacidad pueden compensar en parte las carencias neocorticales, pero de manera limitada, ni mucho menos son extrapolables.

Yo, que me dedico desde hace años a esto de evaluar capacidades, cada vez me encuentro a más clientes que desdeñan conocer cómo andan sus candidatos de Factor G por considerarlo antediluviano, o lo que es peor, discriminatorio. Y trato de hacerles ver la importancia de enfrentar al individuo a un buen cóctel de ítems abstractos, lógicos o sencillamente de contenido numérico para alcanzar mayores índices de precisión en eso del reclutamiento.

¿Y la inteligencia emocional? Claro que influye en el éxito, pero no por que sea por si misma un factor determinante, sino porque es una combinación del mismo CI del que estamos hablando y de la personalidad, se trata por tanto de un vector muy muy secundario.

Si todavía no le he convencido de la importancia de la inteligencia en la vida, le voy a contar que la University College of London en el año 2012 concluyó que los mejor dotados intelectualmente eran también más felices, por mor de una educación más dirigida hacia los grandes logros.

Ahora bien, déjeme compartirle el lado más oscuro de estos mirlos blancos, que también lo hay: sufren más de miopía. La perfección no existe.

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