¿Por qué nos atraen las cosas bellas?

Valerio, un emperador romano del S IV d.c. promulgó el edicto que lleva su nombre y que animaba a los jueces a que, en caso de duda, condenaran al más feo.

El valor de la belleza no reside en quien la posee, sino en quien la observa. «Antes de la mirada, el paisaje era solo territorio», dice Joan Nogué.

Hay animales también sensibles a la belleza, por lo que debe haber alguna ventaja evolutiva en ello, y esta tiene que ver con la selección sexual. A través de la exhibición de lo bello buscamos llamar la atención, despertar una fascinación que condicione la búsqueda de pareja.

Los seres humanos hemos sabido desplazar la belleza natural a la artística. Ya las primeras herramientas líticas tenían un trasfondo estético que acompañaba al practico, un extra que generaba admiración y ofrecía ventaja sexual.

Hay cánones de belleza con un componente cultural importante, incluso temporal, pero hay otros universales. Así se sabe que ciertos paisajes que reflejan el África del pleistoceno (árboles, animales, agua, follaje) son admirados por todas las culturas conocidas.

Lo bello conmueve. Abrace el romanticismo, sin complejos, ligará más.

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