Ser inteligente está reñido con ser sociable.

 

Si usted ha visto la serie GAMBITO DE DAMA puede que haya sacado dos aprendizajes:

  1. El jaque Pastor es cosa de cuñados.
  2. Las personas inteligentes tienen una vida social errática.

Le quiero hablar de lo segundo. ¿Son las personas intelectualmente superiores más solitarias? Pues todo parece indicar que sí.

En 2016 la British Journal of Psychology publicó una investigación donde ponía de manifiesto que individuos con un CI superior mostraban una menor satisfacción con las interacciones sociales.

De todos es sabido que la capacidad de socialización del ser humano ha sido clave en su evolución. La actividad social se llegó a convertir en la principal consumidora de energía mental. Lograr trabar más alianzas y menos enemistades era una garantía de supervivencia.   Por lo tanto, un entorno de cooperación y coaliciones ha permitido que individuos menos dotados puedan sobrevivir.

Sin embargo, aquellos con una capacidad cognitiva mayor han requerido menos estas interacciones para salir adelante y, en consecuencia, han podido destinar mayores recursos cerebrales a actividades reflexivas y racionales.

El padre del cociente intelectual Lewis Terman comenzó en 1921 una ambiciosa investigación que se acabaría 75 años después con esos mismos sujetos ya ancianos. De la ingente cantidad de conclusiones que arrojó este trabajo traigo aquí una: los que tenían un mayor CI en la niñez mostraron una destacada insatisfacción con lo que había sido su vida en términos sociales.

Parece, por tanto, que uno debe elegir entre ser listo o ser majo, entre vivir hacia dentro o hacia fuera, entre el yo o el nosotros.

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