¡¡Dios mío!! Un narcisista en la oficina

A tenor del saber popular, un narcisista sería alguien que tiene un elevado concepto de sí mismo y hace ostentación de ello.

La APA introdujo en el año 1968 el trastorno de personalidad narcisista. Lo que vino a decir con este reconocimiento es que aquella persona tan “especialita” que solo habla de sí misma puede que esté enferma y necesite ayuda. ¿Qué hace una persona diagnosticada con un trastorno narcisista? Veamos el caso de Pedro, un paciente con esta perturbación.

Pedro se considera especial, es egoísta y muestra muy poco o nulo interés por los otros. Solo sabe hablar de él, siempre en positivo, para llamar la atención de los demás. Esta actitud ha deteriorado significativamente su vida social y sufre el aislamiento al que le confieren los otros.

Pedro se cree realmente especial, y por lo tanto no entiende que los demás no muestren admiración por él. Su trastorno deviene en ocasiones en hostilidad y agresividad, cuando no se ve suficientemente reforzado por los demás. Al fin y al cabo, qué sabrán ellos que viven embarrados en la mediocridad y la irrelevancia.

Pedro ha tenido varias parejas en su vida, fracasó con todas y, en algún caso, fue acusado de violento por alguna de ellas. Hace tiempo conoció a la que hoy es su mujer con la que mantiene una relación que algunos tildan de superficial, pero es lo que queda cuando dos narcisistas se unen. Ambos viven en una continua competición por ver quién llega más cansado a casa, quién tiene más éxito profesional o a quién le duele hoy más la cabeza. Pedro tuvo suerte de conocer a una narcisista, de lo contrario es probable que viviera solo.

Hace dos años se quedó sin trabajo y no le costó mucho encontrar otro. En la primera entrevista que hizo encandiló suficientemente al entrevistador para que se decidiera por él; sabe que su fuerte son las primeras impresiones. Las hipérboles que utiliza al hablar son percibidas con admiración, lo que refuerza su actitud. Sin embargo, sus compañeros, que tanta atención le prestaban al principio, han comenzado a criticarle y le valoran negativamente en las encuestas internas.

Pedro decidió acudir a un especialista cuando su jefe le pillaba una y otra vez mintiendo. No podía aceptar el fracaso en su trabajo y optaba por crearse un mundo paralelo, absolutamente distorsionado, que la realidad derribaba con facilidad. Ni siquiera era consciente de sus fabulaciones. Estas surgían de manera espontanea para poder asirse a ellas y justificar sus fracasos.

Si alguien pregunta a un compañero cómo eran sus conversaciones con Pedro, seguramente diría que eran de tres tipos, y solo tres: la adulación al que le escuchaba en ese momento, la crítica destructiva al que no estaba presente, y sus vivencias, contadas con un claro abuso de la primera persona del singular y exageradas sino falsas.

Si se encuentra con un Pedro, puede huir, pero siempre con el respeto que se merece alguien enfermo.

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