- El concepto lo aportaron las psicólogas Pauline R. Clance y Suzanne Imes en el año 1978.
- En su origen se llamó “Fenómeno impostor”.
- Al inicio se constató únicamente en mujeres, especialmente las de raza negra.
- No está reconocido como trastorno psicológico, aunque puede llegar a tener consecuencias similares.
- Existen dos situaciones que pueden desencadenar el Síndrome:
- Una experiencia de éxitos continuados.
- Un fracaso tras esos mismos éxitos.
- Un efecto indeseado es que el sujeto autolimita, en consecuencia, su propio crecimiento profesional.
- El perfeccionismo suele estar detrás de muchos casos. Es conveniente relajar las expectativas.
- Buscar la validación o aprobación de otros alimenta el fenómeno. Es preferible aplicar criterios personales objetivos.
- Es importante el autoanálisis, es decir, conocer con detalle, y aceptar, las fortalezas y debilidades propias.
- El remedio más eficaz es considerar el propio rendimiento en su conjunto. Resulta muy útil trabajar con una campana de Gauss donde los errores quedan marginados en un extremo y así se relativizan.